Cada día es una nueva oportunidad
somos criaturas de hábito, y los viejos hábitos, aunque malos, son muy difíciles de superar. ¡Nuestro cerebro es tan complicado! Si no, ¿cómo explicar el impulso que nos lleva a comer una ración grande de papitas fritas y un cheeseburger doble cuando vamos a McDonald’s, o a devorar los postres recién horneados que trae una colega incluso sabiendo que atentan contra nuestros propios intereses? Nuestro cerebro se activa con estas tentaciones porque las mismas dan señal de recompensa. Y a los humanos nos encanta la recompensa y la comodidad. Pero tenía que volver a entrar en camino. Por suerte, tenía las herramientas para intentarlo. Esta vez no me sentía culpable. Sé muy bien que el cerebro puede ser reentrenado. Necesitaba cambiar mi ambiente, mi rutina y repetir, repetir y repetir hasta que entrara en el sistema.