Delicias de verano: fresco, económico y local

[avatar user=”doller” size=”thumbnail” align=”left” link=”http://www.acppps.org/who-we-are/denisse-oller” target=”_blank”]por Denisse Oller[/avatar]Todo empezó con unos frijolitos rojos secos. Me gustaba coger un puñado de nuestra cocina y plantarlos a la sombra en nuestro patio en San Juan, Puerto Rico. Tapaba los frijoles con un poco de tierra, los regaba con bastante agua, y esperaba. Los retoños no se hacían esperar, y crecían muy rápido. Cuando mi madre se vino a dar cuenta, ya me había apoderado del jardín, plantando todo tipo de frijoles, blancos, negros, caritas, colorados y hasta lentejas, de tal manera que estos invadieron sus bien cuidados hibiscos y alamandas. En Puerto Rico, todo el año es verano, así que, en cuanto mi madre arreglaba sus flores, yo sabía que podía seguir plantando. Después de todo, no era más que la simple curiosidad de una niña a quien le gustaba jugar en el jardín.

En el noreste, el clima es siempre un desafío para quienes, como yo, disfrutan tanto de la jardinería. Nuestras cuatro estaciones, bien definidas, le dejan al verano solo su breve espacio de tres meses. Apenas llega la primavera, ya tengo listas las herramientas y la tierra, para no desaprovechar ningún día cálido. Con esta misma rutina he plantado durante años zapallos, tomates, pepinos, pimientos, ajos e infinidad de hierbas aromáticas. Incluso ahora, que vivo en un apartamento, tengo tomates frescos, cilantro, albahaca, perejil, romero y todo tipo de mentas, incluyendo menta de chocolate, que es tan buena para los postres. ¿Se nota que me gusta sembrar?

Como sabemos, por lo que nos enseñaron en la escuela, la mayoría de los vegetales son naturalmente bajos en grasa y calorías, pero constituyen una importante fuente de nutrientes, entre ellos potasio, fibra y vitaminas A y C. Además, una dieta rica en vegetales y frutas —como el plan de nutrición DASH— puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedades del corazón, incluyendo infarto o ataque cerebral, así como de obesidad y diabetes tipo 2.

Pero más allá de sus beneficios para la salud, las verduras y los vegetales frescos son únicos en sabor. Cuando un cultivo se da en condiciones óptimas, está lleno de sabor porque llega al consumidor casi enseguida de ser cosechado. A mí me encanta cocinar con los productos de estación. Imaginen unos tomates recién sacados de la huerta, con un chorrito de aceite de oliva por encima, o una ensalada de vegetales frescos con una vinagreta adecuada en pleno calor del verano. O una crema de calabaza rostizada en una fría noche de otoño. Platos simples, fáciles y que le hacen la boca agua a cualquiera.

Y si cultiva más de lo que puede comer, no se haga problema. Puede preservarlos y así los aprovechará durante todo el año. Los puede envasar, pero también recuerde que la mayoría de hierbas y vegetales se pueden congelar.

Sé bien que no todos contamos con el espacio para tener una huerta, por muy pequeña que esta sea. Por suerte, aquí en Nueva York, existe el programa Greenmarket que, por un lado promueve la agricultura de pequeña escala facilitando que los agricultores locales vendan directamente sus productos a los consumidores y, por otro lado, garantizando que los neoyorquinos tengan acceso a productos de la huerta frescos y nutritivos. Para conocer más sobre el programa Greenmarket haga click aquí: https://www.grownyc.org/greenmarket

Y si todo esto que le he contado, no le convence de hacer cambios para tener una dieta más sana, considere esto: Los productos de estación le ayudan a ahorrar dinero. ¡Disfrute de este tesoro que nos regala la naturaleza en el verano!

 

Receta: Ensalada fresca de verano

 

Para la ensalada:

Lechuga verde o roja, lavada y cortada

Medio racimo de apio

Medio racimo de perejil

Medio racimo de cilantro

Medio racimo de espinacas

4 tomates, cortados en cuñas

Arranque las hojas de la lechuga y las otras hierbas del tallo y enjuáguelas en agua fría. Bote los tallos. Seque las hojas recién lavadas con papel toalla o con una ensaladera para eliminar el agua que quede.

 

Vinagreta sencilla:

3 cucharadas de aceite de oliva (extra virgen, canola o aceite vegetal)

1 cucharada de vinagre (blanco, de manzana, de arroz o su vinagre favorito. También puede usar el jugo de un limón o de una lima)

Pizca de sal y pimienta negra

 

Direcciones:

En un bol pequeño, bata el aceite con el vinagre, la sal y la pimienta hasta que todos los ingredientes se mezclen bien.

Mezcle las hojas de lechuga y las hierbas con la vinagreta y añada los tomates.