Volviendo a “The Heights” (Spanish Translation of “Back to the Heights”)

 

[avatar user="doller" size="thumbnail" align="left"]por Denisse Oller[/avatar]La idea de volver a Washington Heights –un vecindario muy especial para mí durante mi niñez– me llenaba de emoción ya que iba a impartir mi primer taller DASH de 2017, a solo unas cuadras del apartamento en el que mi tía Pat me inculcó el amor por una alimentación saludable y el ejercicio como estilo de vida.

Durante mi adolescencia y juventud, venía todos los años a “the Heights,” donde vivía mi tía favorita. Mis padres me enviaban desde Puerto Rico a visitar a mi tía Pat (para mí siempre Titi Pat) como parte de un ritual anual para ejercitarme y perder peso. En verdad, Titi Pat cocinaba muy sano y llevaba un estilo de vida muy saludable. Su cocina siempre estaba llena de frutas y vegetales que acompañaban cada comida. Cocinaba solo carnes magras y de aves, y cada porción era cuidadosamente medida y controlada (¡pese a mis protestas!). A pesar de mi resistencia, me enseñó a apreciar el comer pescado y brócoli, y a disfrutar de los yogures sin grasa acompañando las frutas, en vez del helado. Cada día, nuestros paseos eran de unas cinco millas, cuando menos. Mirándolo bien, Titi Pat me enseñó mis primeras lecciones sobre alimentación sana y los beneficios del ejercicio.

Años después, el destino me trae aquí, a una escuela secundaria del antiguo vecindario, lista para compartir con un grupo de padres latinos todo ese buen conocimiento que aprendí de ella varias décadas atrás.

El taller, “Consejos de alimentación para controlar la diabetes” atrajo a una audiencia de más de 70 personas preocupadas por el consumo de azúcar y carbohidratos en las dietas de sus hijos. Mientras esperaba en el comedor, para comenzar el taller, me percataba de cuántos chicos iban por el pasillo devorando galletas Oreo, Cheetos y Pop-Tarts. Y pensé: “comida chatarra a una edad tan temprana. El problema empieza en casa”. 

Cuando llegaron los padres, los organizadores destaparon dos mesas bellamente decoradas, en celebración del Día de San Valentín. Abundantes magdalenas (cupcakes) con crema, panes y bagels acompañados de envases de queso crema componían la merienda celebratoria. Ni una fruta a la vista. Reconozco que me conmovieron el esfuerzo y la buena intención de los organizadores, pero a la vez me asaltó la ironía al ver el tipo de comida que habían elegido para un taller sobre alimentación saludable.

La diabetes tipo 2 abarca el 95% de los casi 30 millones de casos de diabetes en los Estados Unidos y la obesidad y el sobrepeso son factores de riesgo en el desarrollo de esta enfermedad. Cada vez más niños y adolescentes son diagnosticados con diabetes tipo 2 debido a las altas tasas de obesidad en ese grupo de población. Aunque estas estadísticas reflejan la población en general, los hispanos registran tasas aún más altas a las que se suman otros factores. La pobreza, el bajo nivel de información sobre temas de salud, los hábitos de mala alimentación, la existencia de comida chatarra tan barata y siempre a mano, así como la falta de acceso a cuidados de salud conforman parte del problema.

Durante nuestra presentación, hablamos acerca de la importancia de una buena nutrición y de opciones sanas de alimentación. Les expliqué en qué consistía la dieta DASH y les insistí en la importancia de comer más frutas y vegetales frescos, consumir productos lácteos bajos en grasa o sin grasa, cereales, granos, frutos secos, legumbres, carnes magras y fibra en nuestras dietas. Conversamos acerca de la relación entre el azúcar y la diabetes y entre la sal y la hipertensión. Para finalizar la presentación, le servimos al grupo carne de pavo sin grasa y un chili de vegetales con arroz integral,  acompañado de frutas. El público asistente parecía disfrutar de nuestra comida (algunos hasta repitieron), hicieron preguntas concretas y muy interesantes, y hasta se quedaron con los folletos DASH. Muchos de ellos afirmaron que estaban listos para hacer el cambio. En verdad espero que así sea, por ellos y por sus niños. Me fui de allí pensando qué más podríamos haber hecho para que en realidad hagan cambios beneficiosos para su vida. ¿Quién sabe? Tal vez lo logramos.

La escuela nos ha invitado a regresar este mes de mayo para su feria de salud. Espero en mi regreso ver más frutas y vegetales, señal de que nuestro mensaje les ha llegado. Y sé que Titi Pat lo aprobaría.