¿Es la manzanilla un té de verdad?

Por: Carlos Amaya-Cubides

“¿Me puede dar un té de manzanilla?” escuché recientemente a doña María, una señora latina, pedirle a la mesera. Yo estaba en la mesa de al lado, almorzando con un colega de ascendencia asiática. Al parecer, mi colega también la oyó porque, en tono muy bajo, me comentó: “No entiendo. La manzanilla es una hierba. La manzanilla no contiene té. ¿Por qué esa señora pidió un té de manzanilla?”.

 

Los latinos, con frecuencia, usan las palabras “té” e “infusión” para lo mismo. Pero, aunque el té y la infusión se parecen, no son lo mismo. Hablemos de sus diferencias.

Las infusiones son bebidas que se preparan con agua hirviendo usando diferentes plantas o frutas, y pueden hacerse con hojas, flores, raíces, semillas e incluso tallos. El té, que también se prepara con agua hirviendo, es un tipo de infusión, pero se deriva de una planta llamada camellia sinensis, la planta del té. Por tanto, aunque todo té es una infusión, no todas las infusiones son té porque no todas las infusiones contienen camellia sinensis. En sentido literal, mi colega tenía razón, María debió pedir una infusión de manzanilla y no un té de manzanilla. Yo entendí su confusión.

 

Muchas infusiones que no son té, como las tisanas o las aromáticas, también son reconocidas por sus beneficios para la salud. No obstante, para obtener los mayores beneficios para la salud, los expertos recomiendan beber té, que desde tiempos muy remotos ha sido considerado una bebida medicinal. Varios estudios muestran evidencia de que consumir té de manera regular ayuda a combatir el envejecimiento, previene el desarrollo de ciertos tipos de cáncer, reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares y derrame cerebral, mejora la función del cerebro y reduce los niveles de colesterol. La evidencia también sugiere que beber té ayuda con el control de peso.

 

En sus hojas, la planta del té contiene un impresionante número de compuestos, entre ellos: polifenol, aminoácidos, encimas, carbohidratos, metilzantinas y minerales, así como compuestos que le proporcionan al té sus sabores y aromas únicos. Estos incluyen unos 30,000 compuestos polifenólicos – entre ellos flavonoides, que son considerados potentes antioxidantes. Las hojas del té también contienen L-Tianina, que estimula la relajación y ha demostrado que ayuda a áreas del cerebro encargadas del control de atención y las destrezas de resolución de problemas complejos.

 

Entre las metilzantinas que contiene el té, encontramos la muy conocida cafeína. Una taza de té negro, por ejemplo, contiene cerca de 40 miligramos de cafeína. El té contiene 28 elementos minerales y, comparado con otras plantas, posee cantidades más elevadas de flúor, manganeso, arsénico, níquel, selenio, yodo y aluminio que el promedio de estas. El té también contiene cantidades generosas de potasio, necesario para el adecuado funcionamiento de músculos, órganos y huesos.

 

Además de sus beneficios para la salud, ¿sabía que el té es la bebida más consumida en el mundo después del agua? Aproximadamente, un 80 por ciento de los estadounidenses beben té y ese porcentaje es aún más alto entre los jóvenes. Cada día, más de 158 millones de estadounidenses beben té. En 2016, los estadounidenses consumieron casi 84 mil millones de tazas de té, lo que equivale a más de 3 mil millones de galones de esta bebida. Casi un 80 por ciento de todo el té consumido fue té negro, en tanto que un 16 por ciento fue té verde y el resto se reparte entre té de la variedad Oolong y té blanco. Como nación, valoramos la diversidad de opciones de té, escogiendo entre las más de 3,000 variedades disponibles y lo tomamos frío o caliente, al natural o con leche.

 

Resumiendo, no importa cómo tomemos las infusiones o el té, qué sabor prefiramos o como lo llamemos, nuestro cuerpo siempre agradecerá una taza de té, de infusiones aromáticas o de hierbas. Ambos, aunque diferentes, nos ayudarán a estar saludables y por ello, felices.

 

Como dice un viejo adagio: “El té es una taza de vida”. ¡Disfrute!