[avatar user="doller" size="thumbnail" align="left"]por Denisse Oller[/avatar]Cuando comencé mi dieta DASH (Enfoques dietéticos para detener la hipertensión) unos meses atrás, no tenía idea de la transformación física y emocional que viviría, ni del impacto de mi experiencia personal. Todo comenzó con un comentario al paso, o al menos eso pensaba entonces.
Le comentaba a un estimado colega que mi médico de cabecera me había diagnosticado con presión arterial alta (160/110) durante mi examen anual, y me había recetado un medicamento. Además, mi médico me ordenó reducir el consumo de sal y perder peso. “En verdad no estoy muy preocupada por esos números”, dije. Además, no pienso jamas dejar de comer sin sal. Vaya, ¡que me encanta la sal! Y creo que estoy adicta”. Mi colega, el Dr. Richard Bernstein, me miro con preocupación antes de responder: “es algo extremadamente serio. Corres el riesgo de una enfermedad cardíaca crónica. Deberías empezar la dieta DASH lo antes posible”.
Y así comenzó este viaje. Muy pronto me enteré de que la dieta DASH enfatiza el consumo de cereales y granos integrales, frutas y vegetales a la vez que limita el consumo de sal y de azúcar. Más aún, estudio tras estudio han mostrado que también puede reducir el riesgo de un accidente cerebrovascular, enfermedad cardíaca, fallo cardíaco y diabetes, a la vez que te ayuda a perder peso. Justo el mes pasado fue catalogada “Mejor dieta general” en el reporte anual sobre dietas que publica la revista U.S. News & World Report, calificación que obtiene por séptimo año consecutivo. Todo muy bien, pero ¿cómo dejar de comer sal?
Así como algunas personas sienten predilección por los dulces y otras no, algunas personas disfrutamos más del consumo de sal que otras. Yo soy una de ellas. Y, como me gusta cocinar, el dejar de usar sal en las comidas, así de pronto, sabía bien que no iba a funcionar. Pero decidí enfrentar el reto; leí todo lo que pude sobre sustitutos de la sal, recopilé buena cantidad de sazones Mrs. Dash, y experimenté con hierbas frescas, especias, vinagres, mostazas y aderezos cítricos a la vez que iba reduciendo mi consumo de sal. Debo reconocer que al principio fue un desastre. Prefería no comer. Todo me sabía a cartón.
La sal es un gusto adquirido, y la mayoría de nosotros lo adquiere cuando niños. También aprendí que como adultos, tras años de consumir alimentos con sal, intentar cambiar nuestros gustos y hábitos de alimentación requiere de un gran esfuerzo; según los expertos, puede tardar entre 8 y 12 semanas.
Al final, el hambre pudo más. Después de dos semanas cocinando con menos sal, el comer se iba haciendo menos difícil, o tal vez, me estaba resignando a mi nuevo estilo de vida. ¿Quién sabe? Lo cierto es que estaba empezando a sentir el verdadero sabor de las comidas, me sentía menos llena y comencé a perder peso, lo que me motivó a seguir. Incluso empecé a caminar más y con más energía.
Fue de gran ayuda el ánimo que me daban mis colegas. ACP ha adoptado una dieta DASH como su plan de nutrición y una de mis primeras tareas fue elaborar un taller de nutrición de dieta DASH en tres sesiones para nuestros trabajadores de salud comunitarios (CHW, por sus siglas en inglés). Mis compañeros y yo estructuramos el programa para dar reconocimiento a las preferencias culturales y alimentarias de nuestras comunidades china y latina, así como teniendo en cuenta las limitaciones de presupuesto de las personas que reciben Medicaid, pero enfocado en el apoyo a nuestros proyectos sobre diabetes, asma, enfermedades cardíacas y crónicas. El trabajo en equipo, bajo la guía del Dr. Bernstein, de nuestro Jefe de servicios médicos en ACP, el Dr. Diego Ponieman, y Deaera Williams, RN, hicieron posible que tanto material fluyera a la hora de elaborar el plan.
A los talleres –que se llevaron a cabo durante tres viernes consecutivos en el mes de enero– asistieron decenas de nuestros trabajadores de salud comunitarios y colegas de ACP, quienes aprendieron cómo la dieta DASH puede ayudar a controlar la hipertensión, diabetes y problemas de control de peso. Nuestros trabajadores de salud comunitarios están ahora mejor preparados para llevar ese mensaje a los pacientes, a las consultas de los médicos y a nuestra comunidad en general.
Mediante talleres prácticos en organizaciones comunitarias, escuelas y otras organizaciones, ACP está llevando la dieta DASH a las comunidades más necesitadas de la Ciudad de Nueva York, ayudando a los participantes a entender mejor cómo una nutrición apropiada puede prevenir la aparición de enfermedades crónicas, haciendo un llamado al consumo de alimentos saludables en la cocina y en nuestra mesa. Junto con esto, también hacemos un llamado a que hagan ejercicio.
Aquí en ACP, estamos planificando ofrecer alimentos más sanos en nuestras meriendas, así como una educación sobre nutrición y programas de ejercicio en nuestras instalaciones.
Es toda una revolución en el tema de la alimentación y nutrición, y todo comenzó con un simple intercambio y un consejo que tomé muy en serio, en lo personal y en la cocina. En solo pocos meses he perdido casi 10 libras, no consumo sal y hago ejercicio una hora al día. Nunca me he sentido más saludable, más motivada y mejor sobre mí misma.
Ah, y para más datos, mi presión arterial está ahora en 120/80 y no tengo que tomar el medicamento. ¿Estás preparado para el reto DASH?